En cada aroma que sale de mi gastronomía están presentes mi abuela Gloria y mi mamá, quienes me inspiraron desde pequeña para que esta pasión estuviera siempre presente en mi vida.
Aunque mi camino comenzó con estudios en Mercadeo y Publicidad, me di cuenta de que mi corazón latía al ritmo de la repostería. Una profunda reflexión me llevó a rememorar esos cumpleaños en los que mi madre se esforzaba para hacer la torta más exquisita y especial para mí. ¡Gracias, mamá, por regalarme esa felicidad tan pura!
Decidí compartir esa misma sensación de felicidad a través de mis creaciones. Durante ocho años, cada mañana me despierto con una sonrisa, sabiendo que mis manos tienen el poder de regalar alegría a quienes prueban mis tortas y postres.
Frases como "no quiero cortarla, es demasiado hermosa", "no puedo resistirme a otro bocado" o "hazla más grande para que sobre" se convirtieron en mi mayor motivación para dar vida a mi proyecto más querido: Repostería Malabar.
"No la quiero partir de lo hermosa que está."
"No puedo dejar de comerla."
"Mejor hazla más grande para que me sobre.""